Relación de aspecto Madre:Hijo

Esa relación tan compleja y muchas veces asfixiante que se vive entre un padre y su hija o hijo, ese famoso “daddy issues” que ya conocemos, en múltiples casos lo podemos vivir extrapolado a la figura materna. Y tal vez un “mommy issues” no sea tan común en nuestro imaginario colectivo, pero sin duda es también un tema presente en la vida de muchos y, por supuesto también, en el arte. Nuestra historia cultural de machismo y heteropatriarcado, a la fecha nos sigue rindiendo cuentas con consecuencias psicosociales porque, más que historia entendida como pasado, se trata aún de un problema presente manifestándose en tiempo real en múltiples y diversos contextos sociales. De esta forma, seguimos heredando un entendimiento aprendido de lo que implica el rol de una madre y, específicamente en México, culturalmente hemos tendido a idealizar la figura femenina como el ser que da vida. Y a primer instancia es algo que podría sonar poético, porque repito, así lo hemos aprendido, pero no siempre somos conscientes de las implicaciones que esa idealización tiene en nuestras relaciones familiares e incluso amorosas. Una de ellas es la atribución automática de responsabilidades directamente relacionadas con roles preestablecidos para el sexo femenino que, por consecuencia, si no se ejecutan de la forma esperada, abren paso a sensaciones de decepción e incluso desprecio que muchas veces ni siquiera somos capaces de reconocer ni mucho menos de entender. Y como en todo, es justo donde el arte juega un papel muy interesante en la búsqueda de significados y respuestas que nos ayuden a evolucionar nuestro entendimiento y criterio. Así es como la película Mommy, de Xavier Dolan, representa de una forma muy interesante la relación entre una madre soltera y su único hijo varón.

Sin tratarse este texto de un análisis completo sobre la película entera y todos los elementos que la hacen funcionar, hay aquí dos temas a resaltar: la relación entre una madre y su hijo; y su representación visual con un formato cuadrado. A decir verdad, desde que comencé a apasionarme por el mundo cinematográfico, nunca había comprendido del todo el uso de la relación de aspecto 1:1 en el cine, a pesar de conocer su teoría. Estamos acostumbrados a vivir el cine a través de una pantalla y una imagen rectangular, y el formato cuadrado es algo que podría parecer hasta pretencioso para algunos. En mi caso, fue la película Mommy la que cambió totalmente mi perspectiva y me hizo apreciar de una forma distinta este formato. Recién la empecé a ver, no pude evitar sentirme un tanto sorprendida o hasta confundida con la poco común imagen audiovisual en cuadrado perfecto, un formato que definitivamente no pasa desapercibido para aquellos que no estamos acostumbrados, es decir, la gran mayoría. Visualmente, en la pantalla cinematográfica, el cuadrado representa un espacio más reducido y tal vez con menor libertad de exploración del espacio al momento de grabar una escena. Es por ello, que la teoría asocia el formato 1:1 con ideas de encierro, limitación y claustrofobia, pero también algunas más positivas como intimidad, cercanía y privacidad. Las interpretaciones del público cinéfilo alrededor de la relación de aspecto 1:1 en Mommy son extensas y apasionadas, ya que la película en sí muestra una compleja, claustrofóbica e íntima relación de aspecto madre:hijo. Dichas interpretaciones asocian el uso de la imagen cuadrada con todo el conjunto de emociones caóticas e intensas que viven y muestran los personajes durante la película, a lo que Xavier Dolan se ha limitado a expresar que su única razón para elegir el formato 1:1 en su película era la búsqueda de una cercanía más íntima de los personajes con la audiencia, tal como si pudieran mirarse a los ojos entre ellos.

Sin duda, y sin dar más detalles de la narrativa de la película por aquellos que no la han visto, el formato cuadrado en Mommy resultó ser un elemento clave en la contextualización y representación de la relación madre-hijo que llevan los protagonistas de la historia. La película es tan efectiva con su formato, en parte por el excelente trabajo que hizo Dolan con la creación de sus personajes, tan humanos y versátiles en sus impulsos, deseos, emociones, acciones y expresión verbal y corporal. La película explora el amor y esfuerzo de una madre imperfecta, saliéndose de todo estereotipo del que hablábamos hace rato; una madre que lucha contra su propio rol de madre en un intento por comprender su papel en la vida de su violento y problemático hijo que, a su vez, la ama tanto como ella a él. Con la ayuda de un tercer personaje femenino que complementa el rol de madre de Diane, la protagonista, la historia explora esa desesperación tan humana por ayudar a quienes amamos y, sobretodo, lograr mantenerlos cerca de nosotros. Tan cerca como nosotros, los espectadores, podemos sentirnos de los personajes y de sus emociones a través de una pantalla cuadrada que, sin spoilers, en cierto punto de la película se transforma por un momento para proyectar una nueva realidad en la vida de los personajes. Y no fue, sino hasta ese momento de cambio en la relación de aspecto, que entendí completamente porqué se había utilizado el formato cuadrado en todo el resto de la película; una sutil pero clara forma de narrar una idea en específico a través del tamaño de la imagen. El cine es tan maravilloso por la cantidad de elementos que juegan, o pueden jugar, en la expresión de ideas y la construcción de narrativas únicas, conmovedoras y significantes para nuestro entendimiento como espectadores. Es por ello que cuando creamos, para cualquier tipo de medio artístico, se vuelve esencial buscar aprovechar todos los elementos que conforman la pieza artística en cuestión, para explorar nuevas formas de transmitir una historia o una idea a nuestra audiencia y complementar el impacto que ésta pueda tener. Porque creamos por razones muy arraigadas a nuestras propias emociones, y mientras más pasión y dedicación le dediquemos a nuestra creación, mayor satisfacción podremos obtener con los resultados.